Cumple con tu deber y conócete
El precepto del título es citado por el filósofo Platón como una dualidad necesaria para enfrentar la vida. Cumplir con el deber que cada uno tiene impuesto por sus propias decisiones no parece tener apelación: cada quién sabe lo que debe hacer en todos los ámbitos de su vida y a responder a ellos dedica toda su existencia, ya que es la base de su pertenencia y visión de futuro, es decir los sentidos de su pasado y su futuro.
No se puede construir sin los sólidos cimientos de hacer lo que se tiene que hacer para edificar una familia, una trayectoria, un negocio, el ocio y el placer. Y es tan equivalente esa certeza a la segunda máxima del mismo precepto, que puede asegurarse que sin conocerse no puede cumplirse ningún deber a cabalidad, si se entiende por esto la comprensión de hacer lo debido sabiendo la magnitud de sus efectos y consecuencias, siempre favorables a quien las realiza.
Y es favorable no por el cumplimiento en sí, sino porque el primer deber es saber quién es uno y cuánto le beneficia esto o aquello para ese autoconocimiento. No me refiero a ese dogma barato del «conócete a ti mismo» que empieza y termina con un método de respiración y se encamina hacia la introspección a partir de sentencias transformacionales del tipo «en ti está tu propia verdad», que si bien se mira es una verdad de perogrullo; no, yo me refiero a la revelación que surge de la experiencia de hacer lo necesario en tiempo para responder a nuestras decisiones y en ello encontrar los rasgos de un perfeccionamiento individual de las habilidades, las capacidades y el razonamiento abierto al escrutinio propio, ese pensamiento crítico tan necesario para observarse sin prejuicios ni distractor alguno que no sea la voluntad misma de ser mejor cada vez.
Y quererse más. Si algo hay de cierto en el esfuerzo de cumplir la proyección de vida es un profundo amor al ser sensible y racional que somos. «Nada tarda que seamos», remata en un dístico inmortal el poeta Fernando Pessoa, y lo primero que llega es la asunción de la conciencia, así sea después de hacer lo comprometido. Se entiende entonces que aquel o aquella que ha comprendido la naturaleza de su estancia en la Tierra no tenga tiempo ya para quehaceres superfluos ni propósitos vacíos, así vistos a los ojos de quienes los rodean, porque es un hecho que eso lo percibe cualquier persona cercana a quien ha decidido cumplir y conocerse. Y más de uno los ha visto destacar públicamente, pues su personalidad es un faro en la espesa noche del mundo moderno.
Visto así, el futuro no importa, aun cuando sea en él donde se cumpla el término de la vida. Llegar allá es inevitable, como debería ser la decisión de arribar a él siendo el mejor ser humano. Esa decisión comienza hoy y continúa mañana.