Eduardo Moreno estrena su más reciente composición: “Si la vida te lo da”

“Hay más son del que te imaginas”

Porfirio Hernández
10 min readMay 30, 2023
  • “Entrego mucho en cada canción que hago; reviso y corrijo mil veces a ver si hay una forma más bonita, sincera o contundente de decir lo que quiero o necesito decir”, afirma el cantante y compositor nacido en La Habana
  • “Me encanta lograr que una frase sea cantada como si fuera una estrofa; mientras hago una frase, imagino si la gente la cantaría”, define el autor de “Lo más bello es lo más simple”
Eduardo Moreno Acosta nació en Guanabacoa, La Habana, Cuba, en 1987. Fotografía de © Daisy Thokora

La primera noticia que tuve del cantante y compositor cubano Eduardo Moreno y el grupo Okocán (“de corazón”, en lengua yoruba), fue su presentación en el Congreso Internacional Cubason, celebrado en Playa del Carmen, Quintana Roo, en marzo de 2023.

Su música, tributo y renovación del son cubano, conjuga la reflexión sobre la música misma y sus vivencias como compositor, desde su natal Guanabacoa, en La Habana, donde vio la luz el 21 de agosto de 1987 –cuna también de Ernesto Lecuona e Ignacio Jacinto Villa Fernández “Bola de Nieve”…

Esa simbiosis, presente en las composiciones que hizo Eduardo Moreno para el Son del Nene –grupo del que formó parte durante ocho años antes de trabajar con Okocán– y que refrenda en sus canciones más recientes, me atrajo a conversar con él para conocer su experiencia como músico, sus influencias, sus conceptos del son, siendo autor de éxitos tan singulares como “Lo más bello es lo más simple”, “Compláceme”, “Ahora te lo canto yo”, “Son a Medellín” y “Cuando bailas”, en ocasión del estreno en plataformas digitales, el pasado 27 de mayo de 2023, de su sencillo más reciente: “Si la vida te lo da”.

Desde la comodidad de su hogar en Medellín, Colombia, al lado de su esposa Catalina, bailarina de profesión, Eduardo Moreno Acosta se arrellana en el sillón, hace a un lado su guitarra, aunque no la pierde de vista, para contar un poco de su vida. Crecido en Guanabacoa, uno de los municipios más antiguos de La Habana, cuenta que caminaba todos los días por Parque Martí de su casa a la escuela pensando siempre en la música; se graduó del Conservatorio Amadeo Roldán en 2009 y en 2015 del Instituto Superior de Artes, en la especialidad de guitarra clásica, identificado siempre con la música romántica, al grado de que en 2017 grabó un disco de este género al que llamó Dos planetas más allá, con once composiciones y arreglos suyos, aunque, acepta, no le dio mucha difusión, pues entendió que ese no era el género al que él quería dedicarse de lleno.

En tu familia no hay músicos, ¿cuándo fue que decidiste convertirte en músico?

Esto puede sonar muy cliché, pero para mí no hubo nunca una segunda alternativa; desde el más viejo recuerdo que tengo, yo canto. Cantar era la primera manifestación de amor que mi abuela Rafaela (el ser que más he amado) y yo practicábamos desde el día uno de mi vida. ¡Ella me regaló la música!

Me dice mi mamá que apenas aprendiendo a hablar, en los buses o guaguas, como decimos en Cuba, yo iba cantando a pecho suelto y la gente moría de risa y ella de vergüenza. A los 3 o 4 años yo ya sabía que quería ser un cantante, y quizás te sorprenda saber que, teniendo tantos referentes cubanos importantes, mis tres referentes más marcados de infancia hayan sido Luis Miguel, Pedrito Fernández y, el más importante, José José. Como puedes ver, México ha sido muy importante en mi proceso musical y de vida, porque no puedo desligar el uno de la otra.

Eduardo Moreno es egresado del Conservatorio de Música Amadeo Roldán y del Instituto Superior de Artes como guitarrista clásico, pero lo suyo es el son. “Cuando probé el son y la gozadera me di cuenta de que por ahí era el camino”

¿A quiénes consideras tus modelos, y por qué?

Son muchísimos, una lista enorme que trataré de reducir con los más importantes e imprescindibles para mí desde varios puntos de vista. En orden cronológico están Ernesto Lecuona, Bola de Nieve, Leo Brouwer, Juan Formell, César Pupy Pedroso, Silvio Rodríguez y Pablo Milanés.

Lecuona y el Bola son músicos de Guanabacoa, el municipio de La Habana de donde yo también soy. En el caso de Lecuona, vivía incluso muy cerca de mi casa y del hospital materno donde nací. Los reconozco como héroes musicales, por todos los aportes trascendentales que le hicieron a una historia de la música cubana aún en desarrollo en ese momento.

Leo es un gran compositor, director de orquesta y guitarrista clásico que no hice si no admirarlo por su genialidad durante toda mi carrera como estudiante de guitarra clásica; era un orgullo tocar su música y saber que en Cuba teníamos a semejante genio.

Pupy y Formell llenaron de música toda mi infancia, aunque en mi casa directamente no se escuchaban mucho, ellos eran parte de la banda sonora de la vida cotidiana de todos los cubanos, muchas veces tengo flechazos de momentos y lugares específicos donde sonaban “¡Qué sorpresa!” o “El baile del buey cansao”; siempre que sonaba, recuerdo a mis papás haciendo una anécdota graciosa con esta canción…

Pablo y Silvio representan una época de oro para la música cubana y para mí como cantautor; los estudié muchísimo, de hecho, aún toco muchas de sus canciones.

Creo que todos estos músicos que mencioné definitivamente marcaron la historia de la música cubana, fueron precursores, rompieron esquemas y estereotipos y, si se busca profundo en mi música, hay influencias de todos ellos…

“Hay más son del que te imaginas. El son es como la mujer de la vida de uno: cuando la conoces es para siempre. Yo estoy convencido de que voy a hacer son por el resto de mi vida”

Hay una zona en la que, habiendo decidido expresarte por medio de la música, deseas transmitir tu propio mensaje. ¿Cómo definirías esa zona de intenciones y deseos?

A esta zona no le tengo un nombre, pero si sé muy bien lo que es… Es el momento y el lugar donde soy escuetamente yo, donde no tengo que cuidarme de nada, simplemente me meto en ese viaje y me dejo llevar, y somos solo la guitarra, mi oído, el mensaje y una melodía. Para esto hago música, para poder decir todo lo que siento y quiero, en el lenguaje en el que todos vamos de la mano: el musical.

¿Cuánto tiempo dedicas a componer música, y por cuánto tiempo lo has hecho?

Desde que era adolescente jugaba con escribir, hacía algo de poesía, canciones, ideas al azar; sin embargo, nunca estuve a gusto con los resultados hasta cerca de los 20 años, con una novia que resultó ser una gran musa para mí; empezaron entonces a surgir las primeras canciones que definitivamente me convencieron de profundizar un poco más en este mundo de las canciones.

En cuanto a los tiempos que dedico a componer, casi diariamente salen ideas y frases que luego voy desarrollando. Tengo épocas del año donde soy muy productivo, pero también hay momentos donde me desconecto y puedo pasar un par de meses sin escribir, aunque si hiciera una comparativa, es mucho más el tiempo en el que estoy creando. También hay situaciones en las que estoy motivado por alguna buena noticia, por algún proyecto o algún encargo de canción de algún amigo y soy súper proactivo en esos momentos. Creo que ha sido una constante en mi vida el trabajo bajo presión, o con un objetivo concreto y cercano.

“Me encanta lograr que una frase sea cantada como si fuera una estrofa; mientras hago una frase, imagino si la gente la cantaría, y si en mi cabeza me convenzo de que sí, ¡entonces esa frase va!”. Fotografía de © Daisy Thokora

No hace mucho afirmaste que te gusta componer para la trompeta, ¿por qué?

Durante mi transcurrir en la música he tenido varios instrumentos favoritos, pero desde que entré en contacto con la trompeta, nunca se ha bajado del podio… Es un instrumento con muchos matices y a mí personalmente me hace mucha falta como complemento para la música que me llega a la cabeza.

Como soy cantante y guitarrista, me gusta hacer frases para la trompeta que sean muy cantábiles y guitarrísticas desde el punto de vista de la articulación y el concepto. Me encanta lograr que una frase sea cantada como si fuera una estrofa; mientras hago una frase, imagino si la gente la cantaría, y si en mi cabeza me convenzo de que sí, ¡entonces esa frase va!

Te lo preguntaré directamente: ¿qué obtienes cuando compones? Quiero decir: ¿qué resultado hay para ti del proceso de componer música? ¿Escribes para el escucha potencial de tus composiciones?

El resultado de cada canción es una sensación de realización y de tranquilidad. Yo entrego mucho en cada canción que hago, reviso y corrijo mil veces a ver si hay una forma más bonita, sincera o contundente de decir lo que quiero o necesito decir y cuando cierro esa canción, ya lo que queda es el disfrute.

Primero escribo para mí, necesito quedar a gusto, feliz y conforme con la canción. Obviamente, durante el proceso pienso en quien me escucha y quien me baila y espero que también les guste tanto como a mí, pero definitivamente primero necesito enamorarme yo de la canción. No he podido liberarme del egocentrismo humano, que sobre todo los artistas tenemos a flor de piel.

Luego en el arreglo musical, sí pienso mucho en quien me escucha y quien me baila, intento que sea dinámico, que sea hermoso y que mueva el alma.

¿Cuánto tiempo llevas tocando con Okocán? Háblame un poco de ese ensamble musical.

La banda [seis músicos más, aparte de Eduardo] tiene cinco años de conformada, y antes de la pandemia tenía otro elenco de percusionistas que, por diversas razones, terminaron separando sus caminos musicales, mas no los lazos ni los vínculos humanos que pudimos crear.

En cuanto a nuestro ensamble, lo fundamental es el ensayo y el compromiso de cada músico de estudiar su parte, porque, como todos sabemos, somos un grupo formado por individualidades, si cada uno no está claro de lo que debe hacer desde el punto de vista musical y escénico, entonces el engranaje no funciona. Como siempre digo, el músico se gana su dinero en el ensayo, porque el concierto es una fiesta, es un disfrute, un mar de interacciones, de bailes, de coqueteos y de alegrías. ¡Músicos, ensayen!!! Es un mensaje con cariño para los músicos en general.

Okocán se formó en Medellín, Colombia. Fotografía de © Daisy Thokora

El panorama musical actual en tu género es amplio, diverso y, desde luego, muy competitivo. ¿Qué tan pendiente estás de la música y los músicos actuales?

Honestamente en este punto de mi vida no estoy muy pendiente de los artistas actuales, obviamente identifico la música que están haciendo, incluso conozco personalmente a muchos de ellos y me gusta, admiro y respeto muchísimo el trabajo que hacen, sobre todo porque entiendo que vivir del son [cubano], que es un género de un nicho muy reducido, no es tarea fácil y eso para mí ya merece todo el respeto, pero he tenido momentos de mi vida en los que he estado mucho más pendiente de la música de otros artistas, incluso ni mi propia música la escucho lo suficiente, siento que puedo terminar contagiándome (en el mejor sentido de la palabra) con ideas ajenas o repitiéndome a mí mismo. Escucho más artistas de otros géneros…

Pienso que mi forma de hacer y entender el son es muy personal y me gusta creer que estoy haciendo aportes bonitos al género en repertorio, estética sonora, frescura… Pero eso en realidad lo debe juzgar quien me escucha y quien me baila. En definitiva, soy un músico intentando hacer camino dentro de este mundo musical tan complejo, poco justo y competitivo, como bien lo mencionas.

Personalmente, aunque espero muchísimo más de la música, me siento bendecido de que mis canciones tengan un impacto en la vida de las personas. Por ejemplo, en el baile: yo creo que todos los músicos sueñan en que la gente cante y baile su música; cuando estoy haciendo un arreglo sí pienso mucho en los bailadores, y me encanta ver cómo la gente reacciona a mi música.

Yo suelo decir: hay más son del que te imaginas, porque soy un tipo joven que tiene mucho que decir a través de la música; el son es como la mujer de la vida de uno: cuando la conoces es para siempre. Yo estoy convencido de que voy a hacer son por el resto de mi vida.

“Yo escucho timba, jazz, funk, bossa nova, y luego yo aterrizo todo eso en el son”

Fuera de la música, ¿qué afinidades e identificaciones encuentras en otras disciplinas del arte o de la cultura?

En la fotografía encuentro una conexión muy especial, es maravillosa la habilidad de capturar momentos y volverlos arte, eso me parece hermoso. También he desarrollado una gran pasión por la arquitectura, paso horas admirando diseños de casas y hasta diseño las casas de mis sueños… Tranquilamente podría ser arquitecto y sería feliz.

Me apasiona también el mundo de los negocios, los bienes raíces y las inversiones, espero poder desarrollar esta pasión en algún momento de mi vida; me gustan los números y las proyecciones, me permiten soñar también y me gusta estar en esa burbuja de sueños de todo tipo, porque soy mucho más creativo y eso se aterriza y se refleja en canciones.

“Yo creo que todos los músicos sueñan en que la gente cante y baile su música; cuando estoy haciendo un arreglo sí pienso mucho en los bailadores, y me encanta ver cómo la gente reacciona a mi música”

“En Colombia nació Eduardo Moreno & Okocán, una banda de música cubana que vio la luz en Medellín y eso, definitivamente, tiene una incidencia directa en la música que hago”. Fotografía de © Daisy Thokora

Hay mucho más de qué platicar, pero quisiera referirme por último a tu entorno actual en los últimos años: Medellín. ¿Qué has encontrado en Colombia?

¡En Colombia encontré el amor! Mi esposa es paisa, gentilicio para las personas de Antioquia, departamento del cual Medellín es la ciudad capital. En Colombia nació Eduardo Moreno & Okocán, una banda de música cubana que vio la luz en Medellín y eso, definitivamente, tiene una incidencia directa en la música que hago, por el contexto, las necesidades, las nostalgias, las realidades y la forma en la que ahora veo el mundo. Todo esto conforma el alma de mi música.

Y esa música ha tocado a miles de personas en todo el mundo. Gracias, Eduardo.

Entrevista publicada en el portal de noticias Yo soy noticias MX

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Porfirio Hernández
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Written by Porfirio Hernández

Leo y escribo en Toluca, México. Me interesa divulgar las manifestaciones de la cultura y conversar sobre ello.

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