Escribir, por ejemplo

El título de esta entrega es, desde luego, una alusión al poema de Pablo Neruda: “Escribir, por ejemplo: ‘la noche está estrellada…”

Porfirio Hernández
3 min readApr 23, 2024

Leo a Antonio Tenorio Muñoz Cota (1966): “Frente a la dictadura de lo literal, la libertad de lo lateral. Eso es escribir”. Coincido en varios sentidos de la frase:

  1. Lo literal es la falta de creatividad. Si decidimos percibir la realidad en su literalidad, en su mera aplicación práctica, en la eficacia de su función de perpetuar lo real, nuestra escritura será igual: literal, y sus cánones serán los de la realidad percibible por la mayoría, apegado a la lógica de la costumbre, para garantizar cierta fidelidad a los rasgos de la realidad. La dictadura se configura aquí: en ese movimiento de la percepción que busca adherirse al espacio conocido, a partir de valores conocidos, sin aventurarse a cambiarlos.
  2. La lateralidad es, desde la ciencia médica, la definición práctica de los hemisferios cerebrales y cómo éstos se manifiestan en habilidades de las personas, pero también se refiere a la habilidad del razonamiento para resolver problemas a través de la imaginación y la creatividad, mediante técnicas de pensamiento no convencionales.
  3. Escribir es el ejercicio de lateralidad que más satisfacciones me da, porque me permite esclarecer mi propio pensamiento, y que puedo comprobar con lo escrito.

De todo ello, escribir es la lección más relevante. En días recientes, en una charla con estudiantes de Odontología de la Universidad Autónoma del Estado de México, concluimos que el lenguaje es la herramienta sustancial con la que trabaja el autor(a) de literatura, y que con esa herramienta era capaz de crear nuevos universos, nuevos personajes en quienes reflejar el conflicto en que nos desenvolvemos a diario, situaciones límite que ponen en perspectiva verdades absolutas como la vida misma y la muerte, el amor realizado e irrealizado, las emociones sublimes y las más bajas pasiones… por fortuna, todo está en la literatura expuesto bajo las formas más disímiles, pero que los seres humanos tienen en común, de ahí la fascinación que nos provoca su lectura.

No hemos cambiado demasiado en los últimos 25 siglos, y quizás por eso, los conflictos de Edipo y Electra, Virgilio y su amada Beatriz, la pugna de los Montesco y los Capuleto, siguen siendo el centro de los dramas humanos de nuestro tiempo, de ahí la importancia de quien escribe literatura, pues a pesar de que no hay dramas nuevos bajo el sol, a pesar de que la sustancia misma del conflicto se ha repetido una y mil veces a lo largo de los siglos, es el lenguaje en que ese drama se escribe lo que le da originalidad a cada historia, y la hacer aparecer como única en su género.

Esa es la gran tarea de escribir: reflejar el instante que atraviesa una sociedad, a través de la exposición del drama de un individuo, para volver esa particularidad el espejo fiel de una época. ¡Qué gran tarea la del escritor(a) que sabe responder fielmente a esa responsabilidad de ser la voz de muchos y que muchos más observen esa voz colectiva en la obra literaria!

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Porfirio Hernández

Leo y escribo en Toluca, México. Me interesa divulgar las manifestaciones de la cultura y conversar sobre ello.