La literatura, “camino gozoso a través de la intuición más fina”: Enrique Villada

“Para escribir es mejor escucharse a sí mismo, siempre y cuando se haya crecido a la sombra de los mejores”, afirma el poeta mexiquense, a 36 años de su primer libro

Porfirio Hernández
7 min readApr 30, 2021
Enrique Villada, en su casa de Amecameca. Foto: Mariana Belmont

Amecameca, Estado de México, 21 de abril de 2021. El poeta mexiquense Enrique Villada Valeriano, próximo a cumplir 57 años de vida, es un caso excepcional en el panorama literario; con apenas cinco libros de poesía, una separata de poemas en prosa y una breve colección de sonetos, nuestro autor se ha ganado un lugar indiscutible en la poesía actual, que en los últimos 30 años ha visto florecer el número de escritores radicados en la entidad dedicados al género. Sin embargo, su poesía le ha ganado numerosos lectores, aunque no tantos como su obra merece, porque es fiel a la contundencia, creyente de los valores estéticos de sus predecesores y mantiene una visión escéptica de las cosas, acorde a la personalidad generosa de su autor en el trato con sus alumnos y amigos.

Lo cierto es que una antología de esa obra puede leerse en el libro de 2015 editado por el Fondo Editorial del Estado de México, titulado Libro de horas, seleccionada por el autor y prologado por el escritor José Luis Cardona Estrada. Han pasado 36 años desde que Villada publicó su primer libro, Estuario Luminoso (1985), en el seno del Centro Toluqueño de Escritores, luego de obtener la beca anual de esa asociación civil. ¿Cómo observa Enrique a la distancia el camino recorrido? ¿Cómo vive sus días en el contexto social actual? Sobre eso conversa el poeta en esta charla.

Estimado Enrique: han pasado ya muchos años desde que nos conocimos, en el camino de la promoción cultural, hablando de libros, autores y textos. Ya he hecho una semblanza muy breve de ello para Milenio, pero ahora me interesa platicar contigo sobre el estado actual de tu escritura, así que te planteo algunas preguntas quizás generales sobre lo que haces y lo que piensas sobre la literatura.

Has dedicado gran parte de tu vida a escribir poesía y a explorar otros géneros, ¿por qué? ¿Qué te da la literatura?

La literatura para mí es la Puerta del conocimiento, la cultura, la belleza construida con palabras. Un camino gozoso a través de la intuición más fina de las personas que nos precedieron. La literatura me educa en la contemplación de lo grande y lo pequeño, me incita a la crítica y a la inconformidad con lo monstruoso. Me permite viajar en el espacio, en el tiempo, al interior de mí mismo.

Intento practicar distintos géneros porque desde el primer libro que abrí mi sed de aprender crece y crece. Intento decir, en distintas formas, lo que llevo dentro, pero una es la voz, mi género natural es la poesía. En mis libros, eso creo, está mi propia respiración.

Tu escritura ha recorrido un largo camino: desde 1985, año de tu primer libro de poemas, hasta la fecha, ¿qué has descubierto en ella y cuánto has revelado de ti en ella?

Lo revelado es casi nada, pues cada persona es muchos mundos. Unos instantes luminosos apenas, una brizna de dolor, la zozobra, el asombro, los pasos de quien está a punto del derrumbe.

He descubierto que entre ser, tener o lo que digan de mí, elijo lo primero. Tal vez por eso he publicado poco, con un gran espaciamiento; por ejemplo, en el cajón de sastre, tengo un libro abandonado desde hace quince años.

No me encuentro cómodo entre tanta gente a mi alrededor buscando fama y esgrimiendo títulos. Soy de la intimidad y el silencio.

¿Qué condiciones te impones para escribir? ¿Puedes hacerlo bajo cualquier circunstancia? ¿Es la escritura un hábito en ti?

Mi hábito es la lectura lentísima. Me la paso rumiando como una vaca, despierto y dormido. Mi trabajo como maestro me roba tranquilidad y tiempo creativo y no es ningún aliciente para el arte. Para el sistema al que pertenezco un maestro creativo estorba y merece la indiferencia. Aunque puedo escribir en cualquier momento y circunstancia, normalmente lo voy aplazando mientras resuelvo los problemas de la vida cotidiana. Vivo en una novela de Kafka por la burocracia indolente, “donde el mozo es igual que el amo, sin cerebro ni espinazo”. Escribo cada vez menos.

¿Qué estás escribiendo actualmente?

No, no estoy escribiendo. Voy borrando, desdibujándome un poco cada día. Ni siquiera corrijo lo que está en el cajón, está revuelto, un poco olvidado. Pero le debo un libro a mi niño Balam, un libro que vibra en la punta de mi lengua. Entre los proyectos a medias, los apuntes, están los escombros de mis sueños perdidos.

Son tiempos de pragmatismo, ¿resientes en lo que tú escribes esos aires de urgencia productiva?

Me desconcierta y descorazona “la ansiedad por el estatus”, como dijera Alain de Botton, la feria de las vanidades donde no soy nada. Estoy lejos de todos los grupos, hace tiempo que no doy talleres literarios. “Porque nuestros amigos no eran amigos de nuestros amigos, ni siquiera amigos nuestros…”, escribió Mario del Valle.

Efectivamente, hay una urgencia productiva y una necesidad por el aplauso que me intimida.

¿En qué temas, formas o estilos prefieres no aventurarte al escribir?

Escribir, y en general crear, es caminar en la oscuridad, por ello es apasionante. Todos los temas y géneros me fascinan, implican un reto. Álvaro Mutis escribió, en una zaga de siete novelas, las Empresas y tribulaciones de Maqroll el Gaviero. Octavio Paz escribió La hija de Rappaccini. Sería bueno adaptar en un libro para niños, en verso, el Popol Vuh o retomar una serie de poemas que abandoné, a partir de un poema de Rubén Darío. El Mío Cid se quita su guantelete y a falta de una moneda le da la mano desnuda a un leproso. Hay tanto por hacer y la vida es tan corta… La poesía debe manifestarse para darle un mejor sentido a la vida.

Enrique Villada. Foto: Mariana Belmont

¿Qué tanto tienes presente la opinión pasada de tus lectores cuando escribes tu nueva obra?

No sé mucho de la opinión sobre lo que escribo. Hace tiempo quería hacer poemas complicados, al estilo de Mallarmé. Aprendí del versículo y del poema en prosa (no digamos prosa poética, porque es una necedad). Ahora anhelo la transparencia, la sencillez, una palabra detrás de otra sin inventar nada. Creo que para escribir es mejor escucharse a sí mismo, siempre y cuando se haya crecido a la sombra de los mejores.

Hablemos de tus influencias, ¿a quiénes no has dejado de leer desde tu juventud? Si no es el caso, ¿a quiénes consideras tus autores más cercanos o que han influido en tu manera de escribir?

Por mi oficio leo a los clásicos, entre más antiguos mejor, pero tengo a mis favoritos de todos los tiempos. Me gustaría leer el resto de mi vida La metamorfosis de Franz Kafka, Rojo y negro de Stendhal, las novelas de Dostoievski, la obra entera de Antón Chejov, estar en la guerra entre griegos y troyanos, entre hombres con aspiraciones de dioses, entre dioses con pasiones humanas, releer, de principio a fin, la obra de Efraín Bartolomé, de voz incontenible, inconfundible. Me demoraría hasta el último suspiro en El cantar de los cantares. Pero soy omnívoro y negligente.

¿Lees a los escritores más jóvenes? ¿Qué opinión te merecen las nuevas generaciones de poetas, narradores, dramaturgos y ensayistas mexicanos?

Más que leer, oigo poco a los jóvenes. No entiendo a las personas que hablan a toda prisa o para hacer tiempo mientras sale el tren. Me irrita un poco la proliferación de adornos, la obscenidad repentina y la obsesión por hablar de quienes no quieren escuchar.

¿A quiénes estás leyendo ahora?

Leo, sobre todo, ensayos, libros de distintos temas. Por ejemplo, Animales arquitectos de Juhani Pallasmaa, sobre animales que construyen desde hace miles de años. Otro libro sobre la vida y la obra, las aportaciones de distintos científicos al conocimiento del cerebro humano. Leo filosofía. Leo textos verbales y no verbales. Leo a médicos del cuerpo y del alma. Leo en el libro del mundo que Dios creó.

Gracias, Enrique. Oye, ese libro de poemas en homenaje a Van Gogh con el que obtuviste la mención en 2000 del Premio Nacional de Poesía para Niños ¿se publicó?

No, no se publicó. Se quedó entre mis borradores. Quizá algún día lo retome.

Me quedo pensando en las maravillas que debe de haber en esos borradores…

¿Quién es Enrique Villada Valeriano?

Nació en Capulhuac, Estado de México, el 15 de julio de 1964. Estudió Letras Españolas en la Universidad Autónoma del Estado de México, fue becario de la tercera generación del Centro Toluqueño de Escritores y es autor de los poemarios Estuario Luminoso, Palabras para un viaje, Abecedario ―mención honorífica en el Segundo Concurso Interamericano de Poesía “Navachiste” 1994―, Hojas de octubre, la plaquette Castillos de luz y la separata de poemas en prosa El corazón del fauno. En 2015 apareció su antología personal de poesía Libro de horas, en la colección Summa de Días, del Fondo Editorial del Estado de México.

También es autor de los libros Ensayo de mi dulce gozo (ensayo), Whitman el árbol (cuento) y Espantatíteres (teatro para niños, dos ediciones). Es coautor del libro El tren de las revolucionarias, con un relato titulado “Mi Valentina”; ha publicado en las revistas Blanco móvil, La Colmena, La Grapa, La Troje, Castálida y Revista de la Universidad de México. En 2000 obtuvo mención honorífica en el Premio Nacional de Poesía para Niños “Narciso Mendoza”, con un libro en homenaje a Vincent Van Gogh (aún inédito); también obtuvo el Premio de Poesía “Nezahualcóyotl” en 2002, el Premio Chimalpahin en 2011 y fue becario del Fondo para la Cultura y las Artes del Estado de México en 2008, 2011 y 2014 para Artistas con Trayectoria. Escribió la letra del himno conmemorativo del Bicentenario de la Independencia “Canto a la libertad” que hoy es el himno oficial de la Universidad del Bicentenario del Estado de México. Regularmente imparte talleres de poesía y es profesor de literatura.

Una versión abreviada de esta entrevista se publicó en el diario Milenio, edición Estado de México.

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Porfirio Hernández
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Written by Porfirio Hernández

Leo y escribo en Toluca, México. Me interesa divulgar las manifestaciones de la cultura y conversar sobre ello.

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