Lectura y vocabulario en el aula

Ideas para darle sentido a la lectura en la escuela

Porfirio Hernández
3 min readApr 9, 2024

Enriquecer el vocabulario propio es un valor agregado al hábito de leer, se ha dicho continuamente, y nadie lo pone en duda. La lectura cotidiana de textos literarios o técnicos nos familiariza con ideas y palabras que no conocíamos, crean experiencias nuevas, diversas, y amplían nuestra comprensión de la realidad circundante.

Sin embargo, para comprender un texto requerimos un vocabulario suficientemente amplio que nos permita avanzar en la lectura y disfrutar de ella. Si el lector o lectora reconoce inmediatamente el significado de las palabras que lee, puede concentrarse en la comprensión del texto, pues “para interpretar el significado de un texto es necesario conocer alrededor del 90% a 95% de las palabras del mismo”, afirman los investigadores estadunidenses Nagy y Scott, en su indagación sobre cómo se forma el vocabulario en las personas, “Vocabulary Processes” publicado en 2000, en donde aluden a un elemento central de la formación del hábito de lectura: la enseñanza del vocabulario en las escuelas.

Para ambos, la enseñanza del vocabulario deber formar parte del desarrollo de la comprensión lectora en todas las áreas curriculares, no solo la de Español, pues en todas existe una jerga o campo de conceptos básicos que deben ser comprendidos para hacer entender conceptos complejos conforme se avanza en la formación de las y los educandos.

Desde luego, no se trata solo de transmitir conceptos, sino de verificar que se entienden las múltiples acepciones que tienen las palabras, de acuerdo a sus contextos e intencionalidades. La riqueza del vocabulario comprende no solo una idea, sino cómo esta es comprendida en su profundidad (las dimensiones de su impacto al ponerla en práctica en la realidad), amplitud (las posibilidades que puede llegar a tener en contextos inusitados y el número cuantificable de palabras conocidas), precisión (el límite de sus significados y por ende la elección de aquellos que mejor se aplican a la intencionalidad de una frase) e interrelaciones (cómo se vinculan y modifican los significados al entrar en contacto con otros).

Cabe precisar que amplitud y profundidad, más que formar parte de dos aspectos del conocimiento de vocabulario, forman parte de un continuo, ya que al incrementar el número de palabras conocidas podemos conformar redes más densas en nuestro almacén lexical, y, por lo tanto, conocer más a profundidad las palabras que ya sabíamos.

Todo lo sabemos entre todos. Por eso, el aula es el espacio idóneo para exponer y discutir estos aspectos del vocabulario. Hacerlo con el tiempo debido, contribuye a mejorar la calidad de lectura de la población que potencialmente tendrá el hábito de leer por placer, y no solo eso, sino que también motivará a aprender y leer en idiomas diferentes a la lengua materna, por decir solo un ejemplo de las motivaciones que puede traer enseñar conceptos.

En el aula, pues, se da la oportunidad de aprender a apreciar la riqueza de las palabras, el entorno y la realidad de hoy y de mañana; por eso, profesor, profesora, no pase demasiado rápido en la exposición de conceptos ante sus alumnos: deles la oportunidad de comprender a cabalidad las cualidades de todo significado nuevo, para que, así, aspiren a dominar campos sintácticos y semánticos cada vez más amplios.

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Porfirio Hernández

Leo y escribo en Toluca, México. Me interesa divulgar las manifestaciones de la cultura y conversar sobre ello.